Los fungicidas son sustancias químicas que se aplican para evitar las enfermedades de plantas, animales o humanos causadas por hongos y mohos.
Hay algunos sumamente patógenos para flora y fauna, así como también hay otros totalmente benéficos. Los que no son tan bondadosos provocan afectaciones y ponen en riesgo a otros organismos.
En el caso de un fungicida para planta, el agricultor deberá identificar de manera clara la causa de los daños a sus campos. Así evitará confundir una enfermedad fúngica con la presencia de insectos, pues aunque insecticidas y fungicidas combaten plagas, su mecanismo de acción es completamente distinto. Tampoco deben confundirse con los herbicidas diseñados para controlar malas hierbas.
La composición química de los fungicidas varía dependiendo del hongo al que está atacando, pues de éste depende el ingrediente activo. Por otro lado, el aditivo depende de la acción que va a realizar, por ejemplo, que forme una película en las hojas para evitar la evaporación, mejorar el cubrimiento de la aspersión, facilitar el contacto, etcétera.
Tipos de fungicidas
Los fungicidas agrícolas protegen los campos de siembra y minimizan los daños provocados por las esporas. Mejoran el desarrollo, pues al detener la enfermedad en las hojas, se realiza la fotosíntesis con calidad y se garantiza una mejor producción.
La clasificación de los fungicidas puede ir en función de su campo de aplicación (en semillas, suelo, hojas), su composición química o bien su campo de acción:
- De contacto: Actúan de forma superficial y no son absorbidos, por lo tanto ayudan a evitar afectaciones en las hojas y en los frutos.
- Sistémicos: Llegan al interior a través del sistema radicular o raíces, tallos y hojas, por lo que disminuye la posibilidad de que el hongo se desarrolle.
Fungicidas sistémicos
Es un producto diseñado para proteger desde el interior. Una vez que el ingrediente activo es absorbido, se repartirá por tallos, hojas y raíces como una especie de exterminador que impedirá que el patógeno se instale. Debe aplicarse ante los primeros síntomas de enfermedad o cuando se observe que las condiciones del medio ambiente —como la humedad— favorecen el desarrollo de células fúngicas.
Enfermedades fúngicas en plantas
Los hongos microscópicos son enemigos al acecho de los cultivos de siembra. Se desarrollan en climas húmedos y son capaces de instalarse en semillas, en raíces e incluso en las frutas que se almacenan previo a ser comercializadas, algunas de las más comunes son:
- Roya. Cuando en la hoja aparecen motas marchitas, significa que el Hemileia vastatrix comenzó a acumularse en esos manchones amarillentos y descoloridos. Es una enfermedad foliar que rara vez llega a ser devastadora. Puede aparecer en cualquier cultivo con follaje, pero incluso puede alojarse en los cactus. En los cultivos de café ha sido una plaga especialmente devastadora.
- Oídio. Cuando la hoja se ve cubierta de un polvo blanco significa que el Uncinula necator logró instalarse en la superficie vegetal. Aparece en épocas con temperaturas suaves y alto índice de humedad.
- Mildiu. Los síntomas son también emblanquecimiento con una especie de polvillo. La diferencia es que el oídio es un hongo externo que no penetra la hoja, en tanto que el mildiu penetra el tejido vegetal. Podría describirse como un parásito que se desarrolla en el interior de hojas, tallos y frutos. Es frecuente que ataque viñedos.
Uso de fungicidas
Pueden usarse de manera eficiente y segura cuando se ha diagnosticado correctamente el problema que presenta la plantación, de modo que podrá elegirse el producto y la frecuencia de uso.
Para la aplicación de fungicidas que lo traten, los agricultores deben tener en cuenta el daño que se presenta tanto en la planta en general como en el número de hojas y si se presenta defoliación. También debe considerarse la etapa fenológica en la que está el cultivo, es decir, el número de hojas que tiene, la etapa en la que se encuentra la floración o el fruto.
Después debe preguntarse cuándo aplicarlo. En este caso las acciones de manejo agronómico serán ejecutadas mediante fungicidas de contacto en áreas focalizadas antes del periodo de lluvias.
El número de aplicaciones depende directamente de la afectación en la que se encuentra. Para la aplicación de productos preventivos, por ejemplo el oxicloruro de cobre, se deben realizar cuando exista el 40% de hojas desarrolladas y se encuentren aclaramientos o decoloraciones. Además debe considerarse no aplicar en temperaturas altas o humedad baja.
La forma en cómo aplicar fungicidas también dependerá del tipo del que se trate. Las etiquetas proporcionan información sobre el uso recomendado, los ingredientes, el modo de acción y la formulación del producto. El agricultor debe asegurarse de seguir las instrucciones respecto a la cantidad recomendada, así como el equipo adecuado para realizar la aspersión.